ESPANA ROTUNDA GOLEADA

Copa Confederaciones: España golea a Tahití y se clasifica para semifinales España golea sin piedad a Tahití (10-0) para acabar reconociendo el tremendo esfuerzo del conjunto amateur de la Polinesia Francesa

El público iba con Tahití. El mundo iba con Tahití. Incluso me atrevería a decir que, en España, había una amplia parte de la población que albergaba cierto aprecio por la modesta selección de la Polinesia Francesa, un equipo amateur con hasta ocho futbolistas en el paro. Es prácticamente imposible no sentir afecto por un conjunto que se sabe infinitamente inferior pero que plantea el partido con valentía. Algunos se quedaran solo con el abultado resultado (10-0) y no reconocerán el tremendo esfuerzo de un grupo de maestros, estudiantes, repartidores… para los que el fútbol es un pasatiempo que les ha permitido disfrutar de una experiencia inolvidable. Se habló del poco nivel del campeón de Oceanía, de su escasa calidad técnica, de su ínfima capacidad física. Las únicas dudas giraban alrededor de cuántos goles sería capaz de anotar España ¿Superaría los seis que marcó Nigeria? ¿Torres y Villa se reencontrarían con el gol? ¿Encajaría algún tanto Reina? Pocos se percataban del mérito de los tahitianos, de su tesón, de su espíritu, de su mérito. Daban el 120 por ciento en cada acción, se exprimían al máximo. No les importaba lesionarse. En cualquier acción iban al máximo. Enfrente estaba la campeona del Mundo y Tahití quería estar a la altura, no ser un sparring de los que se van a la lona con el primer golpe. Lo habitual en este mundo en el que vivimos es quedarse sólo con los mejores. Con los goles de Torres y Villa, la técnica de Cazorla, el poderío de Sergio Ramos, la habilidad entre líneas de Silva y Mata. Más complicado es destacar las paradas de un portero que encaja seis tantos ante los hiperprofesionales españoles, pese a que compagina su pasión por el fútbol con un trabajo como profesor de educación física. O admirar el pundonor de Jonathan Theau (repartidor de Coca-Cola) o Nicolas Vallar (sin trabajo). Caían los goles de España. Cuatro de Torres, tres de Villa, dos de Silva y otro de Mata. Aunque Tahití seguía a lo suyo, buscando el gol del honor (y cuánto honor). Cada salto ganado era una sonrisa; cada balón recuperado, una alegría; cada pase acertado, una satisfacción; cada saque de esquina ganado, la mayor de las distinciones. El premio era estar Maracaná. Al menos hasta que la goleada ya fue demasiado dolorosa (penalti fallado por Torres incluido) y la humillación demasiado grande. Los tahitianos habían mostrado su habitual fútbol, sin rifar el balón, hasta que su físico dijo basta. No es lo mismo trabajar ocho horas e ir a entrenar que ejercitarse durante 90 minutos y luego hacer baño y masaje. España se había tomado el partido muy serio. Tanto que futbolistas como Albiol o Cazorla no dudaron en protestar airadamente algunas decisiones arbitrales favorables a los polinesios, faltas en el medio campo que no suponían el menor peligro.