miércoles, 26 de junio de 2013

"Aprender a sufrir"

Por primera vez en esta Copa FIFA Confederaciones, los minutos iniciales de un partido de la selección brasileña tuvieron más silencio y tensión que efusión y ruido. El sonido ambiente del Mineirão al principio del choque ante Uruguay parecía anunciar lo que vendría en el resto de la tarde: sufrimiento. Al contrario de lo sucedido en los tres encuentros de la fase de grupos, el primer momento de desahogo de la hinchada no fue la celebración de un gol, sino el alivio por evitarlo. Corría el minuto 15 cuando Júlio César voló hacia la izquierda de su meta para detener un penal lanzado por su ex compañero del Inter de Milán Diego Forlán, y lo festejó señalando su propia cabeza. Era ahí, en la cabeza de los brasileños, donde estaba la clave para superar el reto de ganar, aunque fuese sin jugar verdaderamente bien.
“Es eso. Había presión, por supuesto, y claro que, para resistirla, había que mantener a raya los nervios”, contó el arquero a FIFA.com. “En mis años de selección, ya habíamos ganado así algunas veces, con emoción, y no necesariamente en partidos muy bonitos desde el punto de vista técnico. Y de una cosa no tengo dudas: de vez en cuando es positivo. Sienta bien. Sirve para madurar, eso seguro”. Los duelos ante Japón, México e Italia en la liguilla, además de ser victorias contundentes, presentaron la misma característica destacada: en todos ellos, la Seleção empezó tratando de acorralar al rival en su campo, a través de una defensa basada en la presión, que empezaba de manera alocada, con Neymar, Hulk y Fred cercando a los centrales contrarios. Contra los uruguayos, eso no se vio. “Los brasileros tienen una propuesta ofensiva, y siempre habían salido a avasallar, principalmente contra Italia. No la dejaron salir de su cancha, con mucha gente arriba y los dos laterales muy adelantados, incluso más que los centrocampistas. Hoy no creo que no haya querido hacer lo mismo, no pudo porque nosotros salimos dispuestos a presionar”, explicó el técnico Óscar Tabárez en su conferencia de prensa. “Es evidente que Brasil está tomando una fisonomía importante. Hoy pasó una dura prueba. Con el tiempo, tendrá más adversidades, porque los demás llegarán a conocer mejor al equipo brasilero”. Licenciados en sufrimiento Por la manera de referirse a él, era como si el partido frente a Uruguay hubiese sido no solo una victoria, sino una especie de lección. No por el 2-1 en sí, sino sobre todo por la forma de conseguirlo: recibiendo más de un susto, sin respirar hasta el gol de cabeza de Paulinho, a cuatro minutos del pitido final. “Todavía somos jóvenes”, señaló Luiz Felipe Scolari en su comparecencia ante los medios tras el encuentro. “Creo que lo importante ha sido ver lo que todavía nos queda por aprender”. Cierto, pero, ¿aprender qué? Tanto Neymar como Marcelo, en charlas distintas con FIFA.com, mencionaron exactamente el mismo término, sufrimiento, para resumir su explicación de la victoria. “Ha sido difícil. Un partido típico de semifinal, el primero de este equipo”, indicó el número 10, que había marcado en los tres compromisos anteriores de la selección en la Copa FIFA Confederaciones. “Hemos sufrido, pero sufriendo también comprendemos muchas cosas. Ahora afrontaremos la final con más confianza”. Porque, claro está, una cosa es mostrar confianza cuando las cosas salen bien desde el principio y una derrota no significa necesariamente el fin del trayecto. Pero este miércoles sucedió algo muy distinto: el lateral izquierdo Marcelo se hizo notar menos por su habitual habilidad que por acciones como una del primer tiempo, en la que se impuso a un uruguayo en la pugna por el balón y lo envió de puntera, con fuerza, adrede hacia la línea de banda, llegándose a disculpar por la velocidad con que dio en los hinchas del círculo inferior del Mineirão. “Como suele decirse, en los partidos decisivos, que ni se acerque el balón al área”, bromeó el carrilero en declaraciones a FIFA.com. “Ha sido un día diferente. Nos habíamos acostumbrado a jugar más cerca los unos de los otros, a intercambiar pases rápidos, a dominar al rival con nuestra habilidad. Pero, ya antes de saltar al campo, sabíamos que hoy era otra cosa, que era un clásico”, admitió el madridista. “Aunque estemos jugando bien en este torneo, hay que recordar que en muchos aspectos el equipo todavía se está encontrando. El equipo aún está aprendiendo a cada partido, y hoy ha sido el turno de algo muy normal en el fútbol: hemos aprendido a sufrir”.

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